jueves, 2 de febrero de 2017

Historia de Santacara



SANTACARA

Categoría histórica: Villa.
Categoría administrativa: Municipio
Partido Judicial: Tafalla.
Merindad: Olite.
Comarca geográfica: Bajo Aragón.
Población (1986): 1.147 habitantes de hecho; 1.147 de derecho.
Superficie: 34,5 km2.
Densidad: 33,2 hab/km2.
Altitud en el núcleo de viviendas: 344 m.
Distancia a Pamplona: 58 km.

Comunicaciones: Situada en la carretera comarcal NA-124, Carcastillo, Caparroso que enlaza con la general N-121, Pamplona Tudela.

Geografía
Limita al N con Pitillas y Ujué, al E con Murillo el Fruto, al S con Mélida y al O con Murillo el Cuende y Pitillas. Sólo a trechos coincide el curso divagante del Aragón con la muga meridional.
Se pueden distinguir en su término municipal dos unidades de relieve y geomorfológicas: Las tierras fluviales, escalonadas desde la baja llanura aluvial (1315 m) hasta la del Castillo (422 m), en una de las cuales se asienta el pueblo, y las colinas arcillo-areniscosas del Mioceno, separadas por depresiones y barrancadas y que culminan a 444 m; a esta unidad pertenece una parte pequeña de la laguna de Pitillas.
Precipitaciones irregulares y en conjunto escasas (450-500 mm. anuales, en unos 70 días de promedio), oscilaciones térmicas fuertes, vientos frecuentes e intensos (sobre todo el cierzo) y aridez estival acentuada (media anual de evapotranspiración potencial, 725-750 mm) son los caracteres más sobresalientes del clima, que en conjunto debe calificarse de mediterráneo-continental. Lo mismo ocurre con la vegetación, de carácter xerófilo y muy degradada por el hombre, hasta el punto de que no queda casi otra cosa, fuera de lo cultivado, que matorrales y pastizales. Los cursos de agua, salvo el Aragón, tienen carácter torrencial y temporal.
Realiza tareas agropecuarias cerca del 90% de la población activa, si bien únicamente el 50% de la población ocupada en el municipio las desempeña como ocupación principal.
El regadío cubre el 21,3% de la superficie de cultivo que lo ocupan los cereales y principalmente el maíz; siguen a mucha distancia la alfalfa y las hortalizas. En cuanto al secano, se roturó y amplió el espacio cultivado de manera notoria en las primeras décadas de nuestro siglo: 464 Ha en 1891, 813 en 1906, 1917 en 1820, 2.056 en 1950; más tarde con la mecanización se han abandonado las tierras de difícil cultivo. También los cereales superan en mucho a las restantes plantas, ocupando el primer puesto la cebada; la veza para forraje cubría, en 1982, 10 Ha y el espárrago 20. La vid, que en 1988 equivalía a 122 Ha, ha experimentado un claro descenso estos últimos años.
La mecanización llevó consigo el descenso del número de cabezas de ganado caballar, mular y asnal empleados en las faenas del campo: 128, 169 y 116, respectivamente había en 1920 y 4, 46 y 15 en 1982. Los otros aspectos importantes de la ganadería son el crecimiento considerable de la bovina de engorde y producción de leche (178 en 1920 y 945 en 1982), el mantenimiento, con ligeros vaivenes, de la ganadería lanar en torno a las 1.000-2.000 cabezas (2.415 en 1982) y el incremento de la ganadería porcina (3.533 en la misma fecha), de las aves (2.845 gallinas ponedoras) y conejos (620).

Se fundaron en Santacara dos entidades cooperativas, la Caja Rural el 28 de diciembre de 1958 y la Cooperativa Lechera San Antón, aprobada el 13 de febrero de 1961.
El terreno comunal cubre el 66% de la superficie del municipio y abarca la totalidad del terreno forestal, el 80% de los pastizales y erial a pastos y el 66% de las tierras de cultivo. Casi todas las familias del municipio disponen de un lote completo de comunal, que se compone de 22 robadas de secano; dos robadas de viñas y cuatro robadas y medio de regadío. Santacara es pueblo congozante de las Bardenas Reales.
El sector secundario lo componen 19 establecimientos que ocupan a 97 trabajadores. La industria alimentaria emplea a 61 personas en 3 empresas, dos de pastelería y una bodega vinícola. Otras actividades son las industrias metálicas, extracción de materiales de construcción, confección artesanal y carpintería. Existen también dos centros de distribución de agua y de energía. La construcción agrupa a tres centros de actividad con 20 operarios en total.

El sector servicios emplea a 77 trabajadores en 36 establecimientos, las actividades más importantes son: comercio (16 empleados), venta de bebidas (9), transporte (9), sanidad (8), enseñanza (8), banca y ahorro (6), administración local y orden público (6) y talleres de reparación (4).
La población activa se elevaba en 1984 a 390 personas, de las cuales 56 se encontraban en desempleo y 7 tenían su puesto de trabajo fuera del municipio (Tafalla, etc).

Desempleo registrado (31.3.87): 63 personas.
Presupuesto municipal (1987): 63.821.000 ptas.
Heráldica municipal
Trae de azur y una cabeza de Nuestro Señor nimbada de oro, con una flor de lis en punta, de oro y rodeada de cuatro estrellas de ocho puntas de lo mismo. Por timbre un yelmo empenachado.

Casa Consistorial
Situada en una pequeña plaza junto a la iglesia. Su estilo arquitectónico se integra en las características de las edificaciones circundantes. Es un edificio de tres cuerpos, con fachadas a tres calles, cuyo exterior fue restaurado en 1973, quedando a la vista el sillarejo y vanos enmarcados en sillares.

El Ayuntamiento está compuesto por alcalde y ocho concejales.

Historia
El rey Pedro I concedió en 1102 a Santacara el fuero de frontera de Caparroso. En 1191, el rey Sancho VI el Sabio dio a la villa un fuero de unificación de pechas en virtud del cual cada casa debía pagar 4 sueldos. En 1210 el rey Sancho VII el Fuerte otorgó un nuevo fuero a Santacara por el que actualizaba la pecha globalizándola para toda la comunidad en 1.400 sueldos. El rey Teobaldo concedió en 1254 a los ínfanzones de Santacara el disfrute de las hierbas y leña en algunos parajes del rey en la villa y en 1268 sentencio que no pagara herbadgo en el término de Plan Maior.
En 1447 el príncipe de Viana concedió el señorío de Santacara a Juan de Beaumont. Sus vecinos se quejaron por los abusos del alcalde y de la princesa Magdalena, tutora del rey Francisco Febo, los restituyó por ello (1479). El monarca Juan III sentenció que el nombramiento de alcalde pertenecía al rey, a raíz de un pleito entre el pueblo y su señor Gracián de Beaumont (1494). El conde de Lerín se apoderó del castillo de Santacara con auxilio de los castellanos (1499).
En 1366 contaba con 23 fuegos, 4 hidalgos, que aumentaron a 92 en 1553 para quedar reducidos a 86 en 1646. De 265 habitantes en 1786 pasó a tener 416 en 1924 y 446 en 1857. Su iglesia parroquial está dedicada a la Asunción de tetaría.

Castillo
Sobre un cerro inmediato a la localidad, se ven todavía los restos de la torre mayor del desaparecido castillo que la defendió en la época medieval. En 1210 los vecinos de Santacara fueron eximidos por el rey de trabajar en obras reales, excepto en el amurallamiento de la villa y su castillo. Hacia 1280 estaba a cargo de la fortaleza el señor de Luxa; más tarde, en 1290, Jimeno Martínez de Uriz, con 10 libras y 50 cahíces de retenencia anual.
En los primeros años del siglo XIV consta como alcaide Pedro de Sotés, que percibía 6 libras y 30 cahíces. Hacia 1330 ocupaba el puesto Juan Fierabrás, sargento de armas, con la misma asignación. Carlos II confió la retenencia en 1351 a Pedro González de Lizasoain, en 1363 a Gil de Desojo, y en 1366 a Pere Aibar de Solchaga, por muerte de su antecesor. En 1375, por fallecimiento de este último, pasó el alcaidío a su hijo Pero Gil de Solchaga; dos años después, mandó el rey que se le asignasen los gajes sobre la pecha de la villa. Carlos III le confirmó en el puesto en 1387.
En 1391, concedió el rey la guarda del castillo, a una con las pechas de Santacara y Pitillas, a su chambelán Beltrán de Lacarra, compensando a Pero Gil con una renta en trigo. Al año siguiente le dio 50 florines para reparar el algibe.
El castillo quedó en 1404, en prenda, en favor del rey de Aragón, como garantía de la dote de la infanta doña Blanca. Con tal motivo tuvo que prestar homenaje a don Martín el Humano el alcaide Martín Martínez de Solchaga.
La reina doña Blanca mandó al recibidor en 1430 restituir de la pecha 63 libras a los de este pueblo, por los gastos que hicieron en la reparación del castillo. Por entonces era alcalde del mismo mosén Gracián de Agramont, que percibía las rentas sin descuento, por merced real. En 1438 se nombró en su lugar a Sancho de San Lux, escudero de honor, al cual sustituyó hacia 1445 Juan Martínez de Artieda, aunque por poco tiempo, porque en 1446 recayó el alcaidío en Diego de Yárnoz.
En 1447 el Príncipe de Viana hizo donación del señorío de Santacara y su castillo a favor de don Juan de Beaumont. Diez años después aparece como alcaide Yénego o Iñigo de Berberana.
En tiempo de don Juan de Labrit, al reavivarse las discordias civiles, promovidas por el conde de Lerín, llegaron sus ecos hasta Santacara. En 1494 los vecinos de la villa, agramonteses en su mayor parte, fortificados en la torre de la iglesia, causaron daños considerables a la guarnición beaumontesa del castillo. El propio conde se vio precisado a acudir en socorro de su gente, ayudado por huestes castellanas. Eran numerosas las quejas de los habitantes contra Gracián de Beaumont, titular del señorío.
Tras la conquista de Navarra por Fernando el Católico se mandó derribar el castillo, indemnizando a Gracián de Beaumont, a la sazón justicia de Pamplona, con 1.000 libras. Sin embargo, todavía en 1536 seguía cobrando derechos de castillaje la viuda de Menaut de Beaumont a los pastores y almadieros.

Arte
En el centro del casco urbano destaca la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, iglesia cuyo origen se remonta al siglo XIII, época en la que se construyó una fábrica protogótica influenciada por la arquitectura del Císter. Tiene nave única de muros macizos de sillería reforzados por contrafuertes. La disposición de éstos revela cuál debió de ser la primitiva situación de los tramos. Durante el transcurso del siglo XVI, muy posiblemente en torno a 1575, fecha en la que se acabó la capilla de Santa Lucía, el templo fue objeto de una profunda transformación. En ella se recrecieron los muros, tanto como denuncia al actual cuerpo de luces, cuyas ventanas tienen arcos de medio punto moldurados y abiertos en bocina. Con este recrecimiento se labraron nuevas cubiertas, todas ellas bóvedas estrelladas, aunque de esquema distinto y también de diferente amplitud. Los dos tramos centrales son cuadrados y el de los pies rectangular, arrancando sus nervios de ménsulas cilíndricas. Al mismo tiempo se amplió el edificio con cabecera pentagonal, sobre la que voltea una bóveda estrellada y otra gallonada con terceletes. Así quedó configurada una iglesia de cajón muy larga y alta, típica del estilo gótico-renacentista del siglo XVI. Contemporáneo de esta reforma es el coro alto de los pies, elevado sobre una bóveda de terceletes con ligaduras. De la misma época son también las dos capillas que componen una especie de crucero, si bien la correspondiente al lado de la Epístola fue reconstruida parcialmente en época barroca. La capilla de Santa Lucía, antiguo patronato de los Esparza, se conserva sin modificación alguna y todavía puede contemplarse su pequeña bóveda estrellada. A continuación de ella se localiza una tercera capilla, a la altura de la cabecera, construida a finales del siglo XVI sin reminiscencias goticistas, como puede comprobarse en su ingreso, que se ajusta a un esquema de arco de triunfo con pilastras y decoración manierista de puntas de diamantes. Su interior recibe una bóveda rebajada de casetones muy moldurados.
En los exteriores de la parroquia es donde mejor se aprecian las estructuras de la construcción medieval, particularmente en la fachada de los pies. Aquí se localiza una portada de arco ligeramente apuntado que abocina en tres arquivoltas de sección mixtilínea, todas ellas apoyadas en pedestales con baquetones. El óculo que se abre encima de ella pertenece a las obras del siglo XVI. También forma parte de esta fachada la primitiva torre protogótica, concebida como un robusto prisma de sillería, rematado en cuerpo de campana con arcos de medio punto. Su aspecto militar queda acentuado por los matacanes existentes en el coronamiento de dicho cuerpo.
Décadas después de concluirse las reformas gótico-renacentista se dotó a la nueva cabecera de un retablo mayor romanista, iniciado a comienzos del siglo XVII por el artista vecino de Sangüesa Adrián Almándoz y proseguido tras la muerte de éste por Juan de la Hera y Gaspar Ramos. Su traza de severa arquitectura manierista comprende dos cuerpos de tres calles y dos entrecalles intermedias, articulándose sucesivamente por una especie de estípites aplastrados y columnas acanaladas con tercio inferior entorchado; culmina el conjunto un ático triple, en este caso con pilastras. Salvo los soportes, el único ornato de esta estructura viene dado pon el juego de frontones rectos y curvos que rematan las calles principales del retablo. Relieves y especialmente esculturas componen la iconografía, entremezclándose los ciclos de la Pasión y la Virgen, presididos por la Asunción, además de diversas imágenes de santos y vírgenes mártires. Esta escultura se caracteriza por un canón alargado y elegantes vestiduras, según es propio de la obra de Ramos, aunque la Asunción de distintos rasgos, debe ser de Almándoz.
El interior de la iglesia se enriquece asimismo con diversos retablos barrocos de los siglos XVII y XVIII, todos ellos de decoración aparatosa. En el altar de la Virgen del Rosario se venera una imagen de vestir de la titular que aprovecha parte de una talla gótica del siglo XIV. Dentro del tesoro parroquial existen piezas interesantes, como un cáliz de plata, obra renacentista del siglo XVI. No obstante, sobresale un ostensorio de bronce dorado con cabujones de esmaltes perteneciente al estilo purista de la primera mitad del siglo XVII. Luce los punzones de Madrid y del platero Francisco Mudarra.
No lejos de la población se encuentra la ermita de Santa Eufemia, cuyas estructuras revelan que se trata de un edificio del siglo XIII. Tiene una espaciosa nave de cabecera recta, marcándose sus tramos con arcos apuntados de sección poligonal, sobre los que montaba la primitiva cubierta de madera. Sus muros son de sillarejo reforzados con grandes contrafuertes, en correspondencia con los arcos interiores. La imagen romanista de la santa titular se conserva actualmente en la parroquia.

En el casco urbano de esta villa abundan las casas e inmuebles del siglo XVI, especialmente en la calle de la iglesia. Son típicos los portalones de medio punto o ligeramente apuntados con grandes óvalos y, en algunas de estas construcciones, las ventanas geminadas de arquillos conopiales.

Bibliografía

M. C. García Gainza, M. C. Heredia Moreno, J. Rivas Carmona, y M. Orbe Sivatte, Catálogo Monumental de Navarra III, Merindad de Olite. (Pamplona, 1985). T. Biurrun y Soyil, La Escultura Religiosa y las Bellas Artes en Navarra durante la época del Renacimiento. (Pamplona, 1935). M. C. García Gainza, Escultura romanista en Navarra. (Pamplona, 1969). T. Lopez Selles, Contribución a un catálogo de ermitas de Navarra, Merindad de Tafalla. “”,1974. J. J. Martinena, Navarra castillos y palacios. (Pamplona, 1980).

Toponimia menor
Agua, depósito; Aragoneses, camino; Arasa, barranco; Artica, camino; la Artica, término; Cabeza Alta, término; Cabeza Baja, término; Castillo, alto: Cobertizo, casa; Corraliza, término: Corraliza de Montañés, término: Corraliza la Villara, término; Fondo, barranco; Lagunazo, camino, Mascolandas, término, camino y barranco; Piedra Larga, término y camino; la Reguera, camino; la Regueta, término; Rinconal, cañada; Santa Eufemia, ermita; Santacara, molino; el Saso, término; Tunante, barranco; Ujué, camino; el Vado, camino; Villara, corral; la Zarza, camino.

Fuente: Gran Enciclopedia de Navarra

No hay comentarios:

Publicar un comentario